miércoles, 19 de noviembre de 2014

Chloe

Ya sé que en vez de Chloe, esta entrada debió llamarse Roma, pero de alguna manera Chloe ha servido para rememorar a Roma (y a Elmo), por lo que, en el fondo, lo que voy a escribir terminará teniendo un poquito de cada uno.
Antes quise escribir un homenaje a mi querida Roma pero me sentía tan dolida -aún me siento muy dolida por su partida-, que pensé que lo que fuera que escribiera terminaría siendo muy triste. Pero ahora tengo a Chloe, esta pintoresca, traviesa y llena de vida Chloe, mi nueva golden retriever, mi nueva hija, que nos ha servido a todos en la familia para recordar esos pequeños momentos de los dos caninos perdidos.
 
Roma y Elmo
Tal vez demasiado pronto me encontré con esta chiquilla que se levantó en dos patitas como implorándome que la llevara conmigo, era la más pequeña de la camada y la que parecía más dócil entre todos sus hermanos, mas terminó siendo toda una traviesa hiperactiva. Cuando la veo correr animosa, indetenible, es como si viera nuevamente a la cachorra Roma corriendo alrededor de la mesa del comedor para terminar revolcándose en su propia agua, cuando se sacude con sus juguetes, o los trae para que lo halemos cada una por el otro extremo, es como si viera otra vez al pequeño Elmo, el caballero de la familia. A menudo, cuando Chloe hace alguna travesura o viene con algo de su propia personalidad, nos sirve a todos de tema de conversación sobre los otros dos. 
Elmo siempre será el perro caballero, el primogénito, el perro ejemplar, que logró acompañarnos durante quince años. Roma siempre tendrá una gran parte de mi corazón, mi primera hija, mi niña bella, mi pequeña, la nené de la casa, mi consentida, mi perrita obediente, mi nadadora y mi glotona a la que extraño todos los días. 
Chloe es vivir.

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