La idea nostálgica del fin de los días ha generado muchos argumentos para el cine, y la mayoría de ellos contempla un final feliz y la continuación de la humanidad, pero esta idea romántica no es lo que sucede en Seeking a Friend for the End of the World.
No sé por qué me gustó tanto esta película,
probablemente porque Steve Carrell aparece en ella; aunque no, yo sé por qué,
es por esa idea romántica de encontrar tu alma gemela en los momentos menos
indicados; esto, además de la ironía con que la película trata este tema del
fin de la humanidad. Estoy segura que mucha gente actuaría de la misma manera que
los personajes de esta historia si algo de este impacto sucediera –Dios no lo
permita–, la esposa que abandona al marido apenas sabe que el único intento de
salvar la humanidad está perdido; vacantes en los puestos de trabajo; la señora
de la limpieza que continúa con la rutina; gente suicida; la chica que solo
espera reunirse con su familia en otro país y, por supuesto, ya no existen
vuelos disponibles porque se acerca el fin del mundo, y la melancolía del
hombre que intenta buscarle sentido a la vida cuando ésta está por terminar
para todos.
Hay una escena en particular de la película
que me hizo pensar en esos artículos materiales, aparentemente "sin importancia”
que, sin ser esenciales para sobrevivir, se hacen imprescindibles y sin los que nos sentiríamos incompletos. La escena a la que me refiero es el momento en que la
ciudad, en la que viven los personajes, se vuelve un caos y deben escapar para
sobrevivir las últimos días de la existencia humana, entonces, Penny (Keira
Knightley) toma de su colección algunos vinilos que ella considera debe salvar,
en el supuesto de que la vida continúe.
Es obvio que si vamos a salvar algo, más bien
sería un “alguien” y ese “alguien” sería ése o esos seres queridos sin los que la
vida carece de sentido; pero qué tal si pudiéramos rescatar algo material, ¿qué salvaría
yo?, ¿qué llevaría en ese backpack?
Aquí mi lista:
Primero: obviamente, mi colección de
Jane Austen. Jane ha sido, desde el momento que nos conocimos, mi guía para comprender
mejor la mente femenina y los sentimientos humanos. Además, valdría la pena
echar una última leída a Orgullo y Prejuicio.
Segundo; mi Kindle. Pues además de garantizarme las obras de Austen en digital,
también me garantizaría otras novelas. Aunque, por cierto, todavía no tengo
digitalizada, en Kindle, una de mis
obras más queridas de la literatura, Jane Eyre. Nueva tarea que cumplir.
Tercero: mi teléfono inteligente.
Comunicarse es fundamental, y quién sobrevive estos días sin Twitter o Facebook, o Whatsapp o Mensajería Blackberry, actualizar el
estatus en cada uno de estos medios es vital para la humanidad, así que mi
teléfono es imprescindible.
Cuarto: mi ordenador, por supuesto.
Comunicarse, continúo con la comunicación, escribir, forma parte, desde hace
algunos años, de mi rutina diaria y de mi esencia. Escribir y leer son dos
grandes pasiones mías.
Quinto: mi memoria digital para
disfrutar de los recuerdos resguardados en fotografías, de mi música favorita
(Mariah, Usher, Katy Perry, Maroon 5, Enrique Iglesias y más) y de mi colección
de películas predilectas: Bridget Jones, You´ve Got Mail, Sleepless in Seattle,
entre tantas otras.
Realmente deseo que la humanidad sea eterna,
que cada día seamos mejores ciudadanos y que aprendamos a convivir, respetarnos
y tratarnos como hermanos para que este mundo sea mejor. No pienso en el
apocalipsis ni mucho menos lo deseo. Estos artículos de mi backpack son solo objetos materiales que forman parte de mi ser y que
quería compartirlos en este blog; lo que me hizo realizar la lista fue la
escena romántica de la salvación, de ese final feliz con el que todos soñamos, en
la que Kiera Knightley escoge los vinilos que ella salvaría con la esperanza de
la prolongación de la especie humana.