sábado, 21 de diciembre de 2019

Baile de invierno - Parte 3



 

—Ha conseguido una buena reunión, Emma —le dijo el señor Knightley luego de dos horas de iniciado el baile más importante de la temporada.
—Me gusta que lo reconozca, señor Knightley, gracias.
—Bien organizado, además de que he observado que ha reunido un grupo muy interesante de amigos.
—Sí, aunque aún no se presentan los Bingley.
—Ah, pero si es a los Bingley a quienes espera con tanta ansiedad, no se preocupe que he visto a su cochero afuera.
—¿Han llegado?
—Supongo que no tardarán en hacer acto de presencia frente a usted.
—Excelente.
—La veo muy entusiasmada. Habría pensado que se reservaba la emoción para el orgullo de Highbury.
—Si se refiere a Frank, su padre me ha asegurado que esta noche le tendremos aquí.
—La verdad, Emma, su presencia en este baile, o en cualquier otro, me tiene sin cuidado. Pero si no es por Frank por quien la he visto inquieta sino los Bingley, supongo que será porque desea reencontrarse con la señorita Caroline.
—Caroline es una parte de mi interés, pero en realidad tengo planes con esa familia.
—¿Y qué se le ha ocurrido a la señorita Woodhouse esta vez?
—Si se lo digo me cuestionará hasta el final de mis días, así que prefiero reservarme la idea.
—Emma, ¿qué está tramando?
Ella sonrío y le admiró, el señor Knightley era un hombre de buen criterio, el único que cuestionaba cada uno de sus procedimientos, tenía algunos treinta y siete o treinta y ocho años, era alto y atractivo, y aunque los separaba una diferencia de edad importante, con él Emma se sentía en total confianza.
—A menos que esté pensando en hacer una boda para sí misma con Charles Bingley, considere la gloria que ha conseguido con la unión de la señorita Taylor y el señor Weston y que, estando en la cúspide de los eventos, debería pensar en retirarse.
La sonrisa de Emma se volvió más espléndida.
—Para su tranquilidad no es para mí que estoy apartando a al señor Charles Bingley, creo que le he advertido antes que no planeo casarme, que me dedicaré mis días al cuidado de mi padre.
—Sí, me lo ha advertido, como dice, sin embargo cuando organiza un baile como éste, Emma, no sé si lo hace buscando reconocimiento o es esa cosquilla que sienten todas las jovencitas de su edad por encontrar marido. Pero, en resumen, si no es para usted, ¿con quién se le ha ocurrido relacionar a Charles?
Aunque trató de disimular, la mirada de Emma se posó sobre su nueva amiga, Harriet Smith.
—Pero por favor, Emma…
Siendo bella, inteligente, rica, sin nada que la afligiera o la enojase, el señor Knightley pensaba que Emma estaba siendo muy obstinada y bastante estúpida al insistir en esa amistad con la chiquilla Harriet Smith, que no estaba a la altura de su distinguida familia, pero que pretendiera atarla a uno de sus amigos, con el que además no tenía nada en común, le parecía algo fuera de control.
—Permita que las personas sean libres de escoger a su interés romántico. 
—Me ofende usted.
¡En absoluto! Pero piense que debería estar rodeada de jóvenes que compartan su nivel de educación y cultura. Ahora mismo, a través de mi amiga Anne, he conocido a cuatro de ellas.
—¿Ah, sí? ¿Y quiénes son esas personas tan dignas de mí?
—Las señoritas Bennet y las Dashwood, la misma Anne o Jane Fairfax.
Al notar el cambio en el semblante de su amiga, el señor Knightley no pudo más que lamentar esa obvia antipatía que ella sentía hacia Jane Fairfax, una de las jóvenes más queridas de Highbury.
—La señorita Elizabeth Bennet es quien ahora baila con el señor George Wickham, una joven muy interesante, de una mente muy despierta, compatible con la suya, Emma; apuesto que entre las dos tendrían muchas opiniones acerca de los bailes, las muselinas y los variados aspectos de la sociedad inglesa.
—¿Es esa la opinión que tiene de mí, bailes y muselinas? —Emma no le permitió responder—. Gracias por el interés en seleccionarme las amistades, señor Knightley, pero creo que puedo escogerlas bastante bien yo misma; en Harriet tengo todo lo que necesito. Ahora bien, a su amiga Anne, sí me gustaría saludar.
Con esta última inclinación de Emma, medianamente satisfecho por su intervención, el señor Knightley presentó su brazo para que su amiga lo tomara y con él se paseara por el salón para encontrar a Anne.

Continúa...

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