domingo, 22 de mayo de 2022

Tips de autopublicación: La tercera persona

Hacía tiempo que no me acercaba al blog para escribir algo, estoy tan enfocada en otras cosas que he dejado de lado lo que tanto me gusta, que es escribir y comunicarme a través de este medio, pero finalmente tengo de qué hablar y es sobre narrativa, especialmente para aquellos que nos auto publicamos.


No todos tenemos la suerte de tener el apoyo de una editorial que publique nuestros libros, pero cada día me convenzo más de que no es necesario, solo basta con que seamos honestos con nosotros mismos y nuestros lectores y demos lo mejor que tenemos cuando escribimos. Recientemente leí el libro de un famoso autor, respaldado por una gran editorial, no era una novela romántica sino un thriller y, como lectora aficionada a la escritura, me molestó muchísimo un detalle: que pudiera leer los pensamientos de cada personaje del libro. 


Queridos autores autopublicados (o a todo aquel que le pueda interesar), este mensaje es para nosotros, que no tenemos el apoyo de una editorial que valide nuestro trabajo y nos promocione, y sirva, además, como un tip de autopublicación: cuando escribimos en tercera persona tenemos el gran privilegio de actuar como el Dios de nuestro pequeño mundo y eso nos da perspectiva y nos permite conocer cada detalle, la forma de actuar y los pensamientos de nuestros personajes, incluso los secundarios, pero no por ello debemos perder la óptica y saturar al lector con todo nuestro conocimiento. 


Todas las historias siguen un hilo que va desde el inicio al fin. Durante este recorrido nos paseamos por las situaciones que se van conectando para conseguir ese final. Tales situaciones están representadas por escenas y las escenas por actores principales y secundarios. Bien, dejando esto establecido, el otro punto que hay que dejar asentado es que, como lectores, queremos seguir a ese personaje principal, saber cómo piensa y cómo actúa, conocer todos los aspectos de la historia a través de su percepción, realmente no nos interesa saber en precisión lo que está pensando aquel que está interactuando con este, parte del encanto de ser lector es poder deducirlo, que nos impresione el elemento sorpresa, crucial en toda novela. Como escritores, sin embargo, solemos cometer este error, yo misma, quizá, he caído en ello cuando he querido abarcar demasiado, como sucedió con mi serie de relatos austenitas, en la que he fusionado a todos los personajes de las novelas de Jane Austen, pero recientemente, con una relectura, noté algunos fallos relacionados con este punto; en la primera parte, Baile de Invierno, que inicia con Emma, no seguí el recorrido de la historia a través de su experiencia sino que continué escena por escena la historia, de acuerdo a la heroína Austen que estuviera en el lugar, lo cual era más o menos lo que quería hacer y contar, pero tal vez no quedó de la mejor manera. Mi sugerencia para aquellos que escribimos en tercera persona sería trabajar con los recursos que tenemos a la disposición de nuestro protagonista, por ejemplo, una mirada o un gesto leídos por el personaje principal podrían ayudarnos a insertar en la mente del lector esos pensamientos de los personajes secundarios, o aquellos personajes que estuvieran interactuando en la escena, sin que lleguemos a saturar a nuestros lectores. 


En la novela de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio, por ejemplo, Jane se vale de estos recursos para demostrarnos lo que sucede alrededor de su protagonista Elizabeth Bennet. En este novela, narrada en tercera persona (todas las novelas de Jane son narradas en tercera persona), conocemos la historia a través de Lizzy, el argumento la sigue a ella, siempre está desde su perspectiva y pocas veces conocemos detalles (o los pensamientos) de los demás personajes, exceptuando, en ocasiones, los de la señora Bennet, su madre, pero incluso, cuando estamos en la lectura podemos deducir que cuando sabemos algo de lo que trama la señora Bennet es porque Lizzy ha estado presente en la escena. O también conocemos algunos de los pensamientos de Mr. Darcy, su protagonista, porque Jane, magistralmente, recrea una escena en la que podemos leer cómo se comienza a enamorar de Lizzy, pero incluso aquí, es ella la que nos pone en contexto a través de un diálogo con su amiga Charlotte.


Concluyendo este tip de autopublicación, compañeros, seamos los dioses de nuestros libros, pero no abusemos de nuestro conocimiento. Saturar al lector de información puede ser un arma que se nos vuelve en contra. Disfrutemos y explotemos nuestra creatividad, que escribir es nuestra manera de expresarnos.


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