No he
tenido el placer, todavía, de leer alguno de los libros de Dickens; sin embargo
este año tuve la posibilidad de disfrutar de una de esas grandes miniseries que
suele desarrollar la BBC sobre alguna
de las obras de sus fantásticos autores ingleses, en este caso, Grandes Esperanzas.
El día de
Navidad, Pip Pirrip, mientras cuida
de las lápidas de sus padres, un exconvicto le amenaza, empleando las tretas
necesarias para aterrorizar a un niño, y le solicita que robe al esposo de su
hermana, quien convenientemente es herrero, una lima para zafarse del grillete
que le apresa. El muchacho, atemorizado, regresa a casa, roba la lima a su
cuñado y vuelve con el prófugo, a quien no solo facilita la herramienta sino
una porción de pastel de carne que su hermana había preparado para la cena. En
la misma serie de eventos, en casa de los Gargery, el tío de la familia informa
a la señora Gargery que una distinguida dama solicita la presencia del niño
Pip. La hermana, observando la oportunidad que puede obtener de tal invitación,
se propone, sin prórroga, acceder a la proposición de Miss Havisham.
En la gran
casa habita una excéntrica mujer, pálida y fría, cuyo objetivo con Pip es que
le sirva de compañero a Estella, su hermosa hija adoptiva. Pero lo que se
maneja en esta relación no es normal, todo forma parte del plan maestro de Miss
Havisham, que consiste en que Estella crezca sin cálidos sentimientos y sea tan
despiadada y frívola como ella; Pip constituye el objeto para la formación del
carácter insensible de Estella. La fortuna del muchacho cambia cuando se
convierte en un apuesto joven y es favorecido por un benefactor anónimo, que le
envía a Londres para que se vuelva un caballero “distinguido”, digno, quizás,
del amor de una joven vanidosa como Estella. A partir de acá reaparecerán
muchos personajes del pasado de Pip y serán revelados significativos secretos.
Me encantó
esta miniserie como, podría decir, todas las series o miniseries que he podido
ver de la BBC. Esta miniserie, de
tres capítulos, es una adaptación del libro de Charles Dickens, Great Expetations (Grandes Esperanzas), que cuenta
con las actuaciones de Douglas Booth en el rol de Pip, Vanessa Kirby en el
papel de Estella, Gillian Anderson en el de Miss Havisham y Ray Winstone en el
de Abel Magwitch. En cuanto a las actuaciones, disfruté muchísimo la
caracterización de Gillian Anderson
como Miss Havisham, a quien, adicionalmente, no pude reconocer como la
recordada agente Scully de Los Expedientes Secretos “X” –bueno, nunca fui
seguidora de la serie–, ésta actriz logró transmitir la frialdad fantasmal de
su personaje; respecto al héroe de la historia, Douglas Booth es un apuesto y
cándido Pip; y Ray Winstone es
fantástico cuando reaparece como Abel Magwitch. En general aprecié las
actuaciones de todos estos actores ingleses que suelen ser geniales en cada
obra televisiva o cinematográfica.
No puedo
terminar esta revisión sin destacar la escenografía y el vestuario. Lo que más
me llamó la atención fue lo lúgubre de la casa de Miss Havisham, que logra transmitir,
como su dueña, siempre ataviada con ese vestido de novia que parece más
percudido con el transcurrir de los años; es una mansión tenebrosa, desde sus
exteriores descuidados hasta sus interiores decorados con flores marchitas y
telarañas. Lo más bizarro es el comedor que todavía conserva la disposición de
la vajilla como el pastel de la boda no celebrada. El otro destacado, para mí,
fue el vestuario que utiliza Vanessa Kirby, encantador, elegantísimo y símbolo
de la época.
Es obvio
que después de haber disfrutado de esta miniserie lo que queda, como
obligación, será leer el libro.
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